Si el amor no te llena los ojos de lágrimas, significa que el amor está muerto.
Es una desgracia que se haya llegado a asociar las lágrimas con la tristeza y el dolor; esa es solo una dimensión de su ser. Pero su manifestación más significativa está en el amor, en la gratitud, la oración, el silencio, la paz. Cuando te sientes tan pleno, las lágrimas son simplemente el desbordamiento de tu satisfacción, de tu alegría.
Hay que darle un nuevo significado a las lágrimas, una nueva poesía y una dimensión completamente nueva, que han perdido porque la humanidad ha vivido en el sufrimiento y las lágrimas han pasado a formar parte de ese sufrimiento. En segundo lugar, como la humanidad ha estado dominada por el hombre, este se ha empeñado, por una cuestión de ego y de orgullo, en no llorar. Llorar es algo femenino, cosa de mujeres. No es cierto. Es una idea fea, machista, y no solo fea, sino antinatural y falsa, porque las glándulas lacrimales de los hombres albergan tantas lágrimas como las de las mujeres. La naturaleza no ha impuesto ninguna diferencia en esas glándulas.
Las palabras no te servirán de nada; solo las lágrimas pueden expresar lo que ocurre en lo más profundo de tu corazón. Las lágrimas son el mayor tesoro que posees.
Jamás te avergüences de tus lágrimas. Siéntete orgulloso de seguir siendo natural. Siéntete orgulloso de poder expresar lo inexpresable con las lágrimas. Esas lágrimas son los cantos que no has podido entonar. Esas lágrimas son ese corazón tuyo que no puede emplear la palabra. Jamás te avergüences de tus lágrimas. Los ojos que han perdido las lágrimas han perdido su más hermoso, su más glorioso tesoro. Me gustaría que los que me rodean fueran totalmente naturales, que fueran completamente inocentes, desinhibidos.
Y cuando fluyan las lágrimas, alégrate: sigues vivo... porque ¿acaso no sabes que los muertos no pueden llorar, que los muertos no tienen lágrimas? Y quienes piensan que están vivos y no pueden llorar, no pueden derramar lágrimas, viven una falacia. Han muerto hace tiempo. El mismo día en el que murieron sus lágrimas, también murieron ellos, porque murió su amor.
OSHO. La pasión por lo imposible
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